Qué no me enseñaron de pequeño
LOS MAYORES
A conocerme
Joaquim Gomis
He reflexionado sobre la pregunta que plantea la revista. Con escasos resultados concretos. Se me ocurre primero que no me enseñaron matemáticas y llegué a ser gerente de una mediana editorial sin saber la tabla de multiplicar y menos dividir. No me enseñaron a practicar la música, nunca he sabido cantar y cuando llegué a mi primera parroquia lo primero que hizo el párroco fue destituirme de director del coro infantil, función del coadjutor, mientras el cachondeo que corrió por el pueblo –y aún se acuerdan cincuenta años después– es el desastre de un servidor intentando cantar gregoriano en la misa mayor.
Pero sigo reflexionando y constato que eso fueron cosas menores. Intento profundizar y me parece descubrir que en realidad yo he sido para mí un desconocido. No me ha interesado conocerme. Y de ahí deduzco que lo que no me enseñaron de pequeño, incluso de adolescente y hasta de joven, fue a conocerme. Supongo que pensaban que no hacía falta. Yo era, dicen, un ser pacífico, incluso ingenuamente bondadoso, no conflictivo, sin especiales ambiciones ni talentos. ¿Para qué preocuparse en la siempre difícil tarea de que uno se conozca mejor y no se limite a conformarse en lo que los demás opinan? Pienso ahora que sólo los que estaban más cerca de mí, sobre todo mi padre, captaron que aquel chiquillo tímido y sin especiales cualidades, merecía que se conociera mejor, que se valorara más. Me lo dijo en su agonía, con palabras de dulce profeta. Pero yo sólo tenía entonces 19 años y no sé si, más allá de su bondad, comprendí que me señalaba un camino que nunca había imaginado.
El camino de conocerse y valorarse. Y, desde ahí, de intentar aportar algo. Sencillamente. Pienso, quizá exagero, que no me lo enseñaron de pequeño. Probablemente porque pensaron que no hacía falta ante aquella criatura regordita, sonriente, pacífica. No estaba llamado a hacer grandes cosas y realmente grandes cosas nunca he hecho. Sí sé, lo reconozco, que a algunas personas he ayudado, personalmente o a través de mis escritos. Pero, más allá de ello, sigo pensando que lo que no me enseñaron de pequeño sigo sin saberlo. Sigo sin conocerme. Y, a estas alturas, mejor será renunciar.
jueves, 15 de enero de 2009
A conocerme...
Posted by Ms. D at 15.1.09
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4 pintores:
Evangeline W. dijo...
Aunque esta cita larga me desconcertaba, pienso que la idea principal es que durante la niñez de una persona, él aprende todo que es importante para que sobreviva y tenga éxito en el futuro. No hay duda que si una persona hubiera sabido la manera mejor para que aprenda cosas rápidamente, podría aprender cosas muy avanzadas y complicadas en el futuro como las materiales de cálculo integral y física. Creo fuertemente en esta cita porque ha resultado ser cierta en mi vida y por esta razón, quiero ser maestra de enseñanza primaria. Durante mis días como una estudiante de la escuela primaria, aprendía muchas destrezas que me han ayudado para lograr éxito en mis estudios y también maneras de comportarme que me han posibilitado a tener amigos y vivir una vida feliz. Por ejemplo, en el cuarto grado, yo aprendía la importancia de corregir mis errores. Específicamente, mi maestra siempre hacía hincapié a la clase en usar nuestros bolígrafos rojos para que corrijan nuestras equivocaciones en nuestros papeles. Además, esta misma maestra nos enseñaba como tener buenos modeles y ser corteses y bien educados para que pudiéramos causarles a otras personas una buena impresión, nos portáramos bien con otras personas y les tratáramos con respecto. Aprendía otras lecciones muy importantes en casa, por ejemplo, el principio de tener vergüenza cuando hacemos algo mal. Cuando era niña, mi mamá zurraba a mí en las nalgas o las palmas de las manos cuando daba guerra. Esta manera de disciplina me ayudaba a aprender que no es justo a hacer algo mal y también, me ayudaba a echarme a comportarme bien. Aunque estoy diciendo que las lecciones que una persona aprende cuando es niña son muy valiosas y se preparan para la vida, al mismo tiempo, creo que es posible que una persona pueda aprender estas lecciones valiosas cuando sea más vieja pero a veces, sea muy difícil para que una persona más vieja cambie su manera de vivir que ya lo esté muy acostumbrada.
Cada cierto tiempo me siento que es más fácil para la humanidad creer que el mundo tenga una orden, que haya un conjunto de reglas inviolables a través las cual podamos comprender el mundo mejor. Cada uno de nosotros construimos una lente a través la cual vea el mundo en que viva, pero lo que la mayoría de la gente no suele reconocer es que son ellos, y no el mundo, que fijen limitaciones en sus existencias. Eleanor Roosevelt dijo que “Nadie puede hacer sentirte inferior sin tu consentimiento.” Esto es una verdad tan sencillo – y uno que nunca pueda reiterado demasiadas veces a los jovenes, quienes ya no son conscientes del poder que poseen. El mundo me pide que sea autocomplaciente, que asienta con la cabeza, sin pensar, a las verdades amargas y las mentiras intencionadas por iguales, que olvida cómo cuestionar las maneras del mundo. Lo me presenta con el negro y el blanco y me pide que pase por un lado de la línea así que pueda ser clasificada y colocada en el compartimiento en que vaya. Por mucho de mi niñez esto era la única manera en que sabía como vivir. Nunca había enseñado a pensar por mi mismo, a tratar de conseguir el conocimiento de que quien sea y qué pretenda ser y hacer. La decisión a pelear la criatura ciega que me había hecho me dirigía gradualmente y sin conciencia completa. Todo lo que sabía era que estaba cansada de ser cualquiera que esperaba el mundo que fuera. Quería libertad, aún si esa libertad me lanzaría dentro de una otra dimensión cargado del peso de decisión y la frustración enturbiado de preguntas sin respuestas. Incluso ahora me aferro a este mundo nuevo mio, a veces inquieta y nauseado por el conocimientos que he conseguido. Y a pesar de todo me sigo adelante, sabiendo que no estoy ignorante. Sabiendo que tengo la facultad de cambiar y crear.
Pienso que es importante que valore sus logros y el éxito. Sin que aprecie el pasado, el futuro es difícil para mirar. Creo que niños son enseñados a tener objetivos; sin embargo, ellos también son enseñados a ser realistas. Es importante que sea un realista y yo soy un realista. Por otro lado, sin objetivos, yo no tendría motiva y tendría una vida deprimida. Aunque sea un realista y comprenda la posibilidad de fracaso, yo siempre he sido motivada por uno mismo. Soy el joven de tres niños y siempre quise ser mejor que mi hermano y la hermana. Cuando mis hermanos recibieran buenas notas en pruebas, yo me dije que haría mejor. Soy competitiva y nunca sobre soy mejor que mis hermanos pero encuentro un lugar para que enfoque mis esfuerzos y para que obtenga objetivos. Cuándo yo decidí tocar la flauta y continuo ser dedicada a la música, mis hermanos decidieron abandonarlo. Tuve nadie compararse pero supe que esto fue deseé. Yo soy un realista porque no quiero mayor en la música en la universidad porque para que encuentre un trabajo es muy difícil pero quiero menor en la música porque comprendo mi pasión. Fue difícil de comprender este blog; sin embargo, yo pude expresarme en cosas que creo son pertinentes.
Sobre leyendo esto narración franco en que el autor, Joaquim Gomis, pregunta si la manteca es unto y profundamente se ponga en contacto con sí misma, me encontré a mi mismo lo compadeciendo. Sus palabras verdaderamente me dejó destrazada. Fue desgarrador que un chico tan jovén y inocente, que debería vivir la vida al máximo y crecer a lo largo de todo su juventud con la desenvoltura a ser confortable en tu piel, tuviera que aprender que caras vemos, corazones no podemos – una moraleja que tantas personas que lo rodearon esto autor fallaron a seguir. A menudo contemplo reflexiono sobre el noción que el mundo necesita reformar su enfoque a enfrentar nuestros niños preciosos y amenos para que espere un mejor futuro que indudablamente destacare el éxito de nuestra generación naciente. Los abrazamos con expectativas monstruosas y impracticables en un edad demasiado temprano – completamente derribiendo sus candidez y sencillez – a fines que nos preparemos para descubrimiento de sus deficiencias, y de ese modo, minando los aptitudes ocultados de estos seres humanos florecidos. En la misma manera que Gomis como un niño siente que sus profesores y consejeros vergonzosamente lo catalogaron como un chico “pacífico, incluso ingenuamente bondadoso, no conflictivo, sin especiales ambiciones ni talentos” antes de que desenterraran esos calidads únicos de bondad que cada chico ofrezca, siento que America está moldurando nuestros niños a personas inseguras, los privando de la confianza esencial a crecer. Mi mama siempre ha dicho a sus hermanitas que las características estupendos de sus hijos deberían ser elevados y revelados diez veces más que sus las características desagradables – por mucho que pocas están en numero y que rara vez están demostrados. Sin embargo, es ilusionante que Joaquim Gomis pudo encontrar un luz brillante en su papá y aprendió que con estos bueyes hay que arar.
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